Hace más de 3 años
El verano es tiempo de resetear, de hacer balance, de plantearnos qué queremos cambiar en nuestras vidas. Volvemos de las vacaciones con las pilas cargadas, con la moral a tope y listos para comernos el mundo. El refrán dice aquello de “año nuevo, vida nueva”, pero realmente en las navidades no tenemos un parón tan largo que ayude al descanso y, por qué no, a la meditación. Son realmente estas fechas las que nos predisponen de mejor manera a canalizar los buenos propósitos y que cristalicen en un cambio.
El más clásico de todos los propósitos es el de adelgazar, ya sea simplemente a través de una dieta, apuntándose al gimnasio (no hemos dicho yendo al gimnasio, hemos dicho “apuntándose”, que te conocemos) o saliendo a correr. Los excesos durante el verano y la tendencia a tener una vida más sedentaria hacen que, o bien veamos necesario volver a la forma que teníamos antes de las vacaciones, o seamos conscientes de que estamos tocando fondo y necesitamos tomarnos de verdad en serio lo de bajar de talla.
Otra de esas buenas intenciones que no pueden faltar en una buena lista es la de los idiomas. ¿Has ido al extranjero y no te han entendido ni cuando has pedido un café solo? ¿Has intentado explicar a un turista cómo llegar a la playa y le has mandado a la sierra? Sí, ha llegado tu momento, pero por favor, elige bien. ¿Te acuerdas de cuando en esta época el 99% de los anuncios de la tele eran de cursos por fascículos? Te comprabas el de aprender chino, el de miniaturas y el de pastelería y repostería creativa, que el primer fascículo te costaba un euro e incluía un fantástico regalo, pero el tercero ya costaba 8 euros y no lo encontrabas en ningún quiosco.
Otro de esos cambios a los que has estado dando vueltas en la tumbona va sobre tu próximo coche. Te cogiste un buen rebote con el coste de la revisión y el último recibo del seguro. Ha llegado el punto en el que tienes la sensación de que no paras de gastarte dinero en un coche que, además, no te permite ir al centro de la ciudad en días de alta contaminación. Tu cuñado lleva años hablándote de la maravilla del renting, pero tú has leído por ahí eso del "coche por suscripción". Porque a ti te gustaría poder cambiar de coche cuando cambien tus necesidades y que no te anden penalizando por haber hecho 2.000 kilómetros con el coche.
La que se lleva la fama es la cuesta de enero, pero la de septiembre, lejos de quedarse corta probablemente es más empinada que la de enero. Todos estos propósitos están muy bien, pero casi ninguno de ellos es gratis. A ello hay que añadirle los gastos escolares si tienes niños, todos los pagos con tarjeta de crédito que has hecho durante las vacaciones, o que ya no puedes posponer más la renovación de parte de tu vestuario.
Así que de todos esos retos y buenos propósitos que te has planteado en la playa, prioriza aquellos que podrían suponer un desahogo para tu economía. Suscribirte a tu próximo coche es sinónimo de olvidarte de los mantenimientos, de la ITV, del seguro, de los impuestos… y poder adaptar tu coche a tus circunstancias personales, sin tener ninguna penalización por los kilómetros que recorras o por darte de baja si así lo necesitas. Eso es Astara Move. Como un renting, pero mejor. Simple y fácil. Sin sorpresas.