Hace 9 meses
Dice el hombre del tiempo que se acercan fuertes nevadas en parte del territorio español. Tenemos una buena noticia y otra mala. Comenzaremos con la mala para pasar ese trago lo antes posible: en los tres meses de invierno se acumula un tercio de los accidentes de tráfico de todo el año. La climatología adversa y el menor número de horas de sol son decisivos para el aumento de la siniestralidad. La buena es que en Astara vamos a compartir contigo cinco simples consejos con los que conducirás más seguro, aunque las condiciones sean muy adversas.
Comenzaremos por una recomendación muy sencilla pero no por ello menos importante: la ropa de abrigo, por lo general, limita tu capacidad de moverte. Quítatela antes de arrancar para tener mayor libertad de movimientos en caso de tener que realizar una maniobra inesperada. Lo mismo pasa con el calzado. Las botas excesivamente rígidas no te dejarán frenar o embragar con agilidad.
La ciudad en invierno también se las trae. Una glorieta en situación de poca adherencia puede convertirse en una trampa inesperada. Desconfía de las líneas blancas del asfalto, ya que todavía hay muchas que deslizan cuando están mojadas. Y mucho ojo con los aparcamientos subterráneos, que cuando se moja ese suelo perfectamente pintado se convierte en una pista de patinaje.
Seguimos. Hemos arrancado, salimos de la ciudad, luce el sol, pero a los cinco minutos está cayendo el diluvio universal y al salir del cobijo de los edificios empiezas a notar los bandazos del viento. La conducción invernal es así, cambiante.
Es fundamental que intentes anticiparte a lo que vas a sentir en el volante. Tú, como buen conductor que eres, al observar que el firme deja de estar seco empiezas a ajustar la velocidad porque las distancias de frenada pueden alargarse mucho. Sobre ese suelo mojado lo más seguro es intentar seguir las rodadas de otros vehículos, porque donde la capa de agua es menor, el neumático tendrá mejor contacto con el asfalto.
Si llegara a llover a cántaros o hubiera mucha niebla, el Reglamento de Circulación nos aconseja que, si es necesario, nos detengamos completamente. Eso sí, hazlo en un lugar donde no te conviertas en un peligro mayor. Como en todos los casos, hay que confiar sobre todo en los propios ojos y ajustar el ritmo de conducción al alcance de la vista.
Y llegamos al peor de los escenarios para muchos conductores. En la nieve aplican los mismos consejos que con la lluvia, pero la adherencia se reduce a la mitad o incluso a menos. Con nieve puede resultar tan complicado el inicio de la marcha como acelerar o detener el coche; es difícil girar y, como te pongas nervioso, más difícil que obedezca al volante. Así que mucha finura y suavidad con acelerador, freno y volante, porque si un neumático llega a patinar, maniobras bruscas pueden tener como consecuencia más desobediencia aún.
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